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Compromisos medioambientales
En 2009 la preparación y el desarrollo de la Cumbre de Copenhague, ha sido un foco de atención destacado para la definición de nuevos objetivos a largo plazo, que sustituyan a los de Kioto.
Las propuestas que han ido surgiendo del ámbito de los distintos Órganos de la Unión Europea (si bien también está habiendo oposición de los países del centro y este de Europa, dentro de la Unión, sobre financiación de las medidas) están siendo, en algunos casos, más ambiciosas que las mantenidas en el Paquete Verde, el llamado triple 20: 20% de reducción de emisiones de gas de efecto invernadero, disminución de un 20% del consumo de energía tendencial mediante un  aumento de la eficiencia energética y obtención de un 20% de las necesidades energéticas en energía final de la Unión, a través de fuentes renovables, en el horizonte del año 2020. Recordamos que a este  acuerdo  llegaron formalmente a mediados de diciembre de 2008 los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.
Así, los Ministros de Medio Ambiente de los 27 países miembros de la Unión Europea acordaron el 21 de octubre de 2008 el compromiso de reducción de entre un 80 y un 95% de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050, respecto a las cifras de 1990.
Es la primera vez que la UE adopta de forma explícita un objetivo de recorte de gases de efecto invernadero para 2050, esfuerzo que la UE reclama que debería también ser una meta para  el resto de los países industrializados.
La crisis económica ha incidido en un nivel de consumo energético en 2008 y 2009 menor del previsto. Las emisiones de gases de efecto invernadero se recortaron en 2009 alrededor de un 3% según la AIE, lo que supone la mayor caída de los últimos 40 años.

Por tanto alcanzar en el período 2013 al 2020 una reducción del 20% (respecto a los valores de 2005) en el consumo energético tendencial (mediante el aumento de la eficiencia en los distintos sectores de consumo y eslabones de la cadena energética) resultaría ahora más fácil y barato. Un análisis realizado por las Comisión en noviembre señala que dar el salto del 20 al 30% en aumento de la eficiencia energética sólo implicaría entre el 0,13 y el 0,17% del PIB de los 27 países de la Unión.

La falta de acuerdos entre la Unión Europea y los mayores consumidores de energía del mundo, EE.UU. y China, sobre compromisos concretos ha estado presente a lo largo de 2009, bloqueando las negociaciones. Factores como la metodología para el cálculo de los objetivos de reducción de carbono, la presentación de un proyecto en el Senado de EE.UU. antes de la cumbre de Copenhague o la financiación de los programas en los países en vías de desarrollo, dificultaron acuerdos previos a la Cumbre.

Ni la Cumbre de Bangkok (octubre), ni la Cumbre del Clima de Barcelona (noviembre, la última preparatoria, y con el objetivo de encontrar puntos de acuerdo para presentar en Copenhagen, y que no se consiguieron), ni los intentos de la Comisión y de algunos de los Gobiernos de los 27, parecía que pudieran conducir a una vía de acuerdo que culminara felizmente en Dinamarca.

El 25 de noviembre fuentes del Gobierno de EE.UU. anunciaron que el Presidente Obama iría a Copenhague y con una propuesta de reducción de emisiones del 17% en 2020, respecto a los niveles alcanzados en 2005. Un día después el gobierno chino anunció que su objetivo y compromiso era reducir entre un 40% y un 45% las emisiones de CO2 por unidad de PIB, la intensidad de carbono, entre 2005 y 2020. Aunque no suponga una reducción en términos absolutos, supone (según la AIE) el 25% de todo el CO2 que el mundo tiene que dejar de emitir para limitar el calentamiento.

En la Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague no se logró un mandato específico para convertir el acuerdo alcanzado en un tratado internacional, para actuar con compromisos jurídicos y decisión sobre el calentamiento global. El pacto alcanzado fija el compromiso de limitar la subida de la temperatura del planeta a dos grados, pero no hace una reseña cuantificada de cifras de emisiones para 2050.

También es cierto que por primera vez en el contexto de las Naciones Unidas se hace referencia al límite máximo de incremento de la temperatura que debe orientar la acción de los gobiernos. La acción debe ser revisada en 2015 teniendo en cuenta los avances científicos que se recogerán en el V Informe del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC).

También en la balanza de hechos positivos hay que poner que por primera vez se identifica la obligación de fijar objetivos concretos de reducción de emisiones para los países desarrollados, incluyendo aquellos que no firmaron Kioto. En suma, es un acuerdo por debajo de las expectativas, pero que representa a un conjunto de países que generan más del 80% de las emisiones del mundo.

China ha señalado que la prioridad absoluta de su gobierno es el desarrollo económico y la eliminación de la pobreza y que la lucha para que la temperatura no suba más de dos grados, como piden los científicos, es un objetivo a largo plazo.

Parece razonable pensar que la crisis económica ha afectado negativamente al objetivo de alcanzar acuerdos vinculantes que quizás se plantearon por parte de la Comisión Europea demasiado ambiciosos. La manifestación de algún Jefe de Estado de un país de la UE señalando que no es un pacto perfecto, pero sí el mejor posible.

Habrá que esperar al desarrollo de acontecimientos en 2010 para ver si el mundo es capaz de lograr el objetivo de lograr un acuerdo vinculante.

A finales de noviembre se hizo público el estudio elaborado por el Programa de Naciones para el Desarrollo (PNUD).   De acuerdo con el mismo, casi la mitad de la población del mundo (unos 3.000 millones de personas) carece de fuentes de energía modernas para calentarse y cocinar, mientras cerca de un 25% no tienen electricidad.

En la presentación del estudio, el director de Política de Desarrollo del PNUD resaltó que la universalización del acceso a la electricidad y a las fuentes de energía modernas, tiene que formar parte del futuro acuerdo global para combatir el cambio climático.

La reunión ministerial de la AIE en París del mes de octubre, concluyó con un acuerdo entre los 28 países miembros para reducir al menos a la mitad las emisiones globales en todo el mundo de dióxido de carbono para el horizonte del 2050. Alcanzar ese objetivo implica que los países desarrollados lo recorten en un 80 por ciento.

Los ministros de la AIE admitieron que los combustibles fósiles seguirán teniendo un gran peso específico en el aprovisionamiento energético del mundo durante muchos años, de ahí la necesidad de incrementar la eficiencia en su uso, subrayando la necesidad de acelerar los esfuerzos sobre la tecnología de captura y almacenamiento de CO2.

En este contexto, en distintos foros se ha resaltado el pasado año, una vez más, el papel destacado que puede jugar el gas natural como energía puente entre la situación actual y el largo plazo. El gas registra las menores emisiones de gases de efecto invernadero por unidad energética entre todos los hidrocarburos y cuenta con suficientes recursos comercializables para afrontar demandas crecientes.

A finales de octubre la Comisión Europea y líderes de 22 países, exploraron las mejores opciones para acelerar la comercialización de almacenamiento y captura de carbono (Carbon Sequestration Ledership Forum,CSLF). Es un campo en el que se ha avanzado mucho en los últimos años, pero en el que falta por concretar la mejor tecnología aplicable.

A pesar de ello, en 2009 se ha pasado a fase de construcción en algunas plantas experimentales en las tecnologías de captura de CO2. Entre ellas citamos la planta que inició su construcción en noviembre en Mongstad (Noruega), la primera planta de lavado de CO2 en Alemania y la primera central de captura y almacenamiento de CO2 puesta en marcha en el Reino Unido por ScotishPower, la filial de Iberdrola.

La Comisión aprobó en julio el programa European Energy Program for Recovery, parte del cual sirve para financiar proyectos piloto a escala comercial como los comentados. Entre ellos se encuentra también una planta de Endesa en Compostilla. Este programa se enmarca en otro plan más ambicioso. En efecto, a primeros de mayo el Parlamento Europeo dio luz verde a la inversión de 3.980 M€ en infraestructuras de gas y electricidad, parques eólicos marinos y para captura y almacenamiento de CO2. La interconexión de gas entre España y Francia por Larrau gozará de 45 M€ procedente de las arcas europeas.

La planta noruega estará operativa en 2011. El objetivo es capturar 100.000 Tm. de CO2 anualmente de la combustión de carbón y de gas natural en centrales térmicas, con una tecnología que sea viable comercialmente. Otro proyecto en paralelo es el de almacenamiento geológico estable del carbono, actividad que ya se realiza en dos plantas en el mismo país.

La tecnología del lavado de CO2 de la planta alemana consiste en un líquido de sustancias orgánicas, que absorbe el dióxido de carbono del gas de la combustión antes de que la central de generación lo expulse a la atmósfera. El dióxido se transporta posteriormente a lugares de almacenamiento en estructuras geológicas.

La planta escocesa se encuentra ubicada junto a una central térmica, situada en Longannet. Las expectativas son de procesar 1.000 m3 de gas emitido por hora.

La captura de CO2 ha creado alguna controversia entre protagonistas del ámbito energético. La disyuntiva es decidir dónde poner un punto de equilibrio, entre las potenciales ayudas para investigar en el ámbito de la captura y almacenamiento de CO2, por un lado, y las ayudas a las energías renovables.

Durante 2009 los precios del CO2 (la fuente es el European Climate Exchange) se movieron entre los 10 y los 15 euros por tonelada, valores lejanos de los más de 25 €/Tm. de mediados de 2008. Se ha podido constatar la correlación negativa entre el precio del crudo y el precio de los derechos de emisiones de CO2 en los movimientos a acorto plazo.

En noviembre, la Comisión Europea puso en marcha un nuevo registro europeo de emisiones y transferencias contaminantes (E-PRTR) que recoge información sobre las emisiones contaminantes que realizan a la atmósfera, las aguas y el suelo, las distintas instalaciones industriales integradas en el marco comunitario.

El Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) publicó el 5 de mayo la Directiva 2009/28/CE relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables y por la que se derogan las Directivas 2001/77/CE y 2003/30/CE.

Esta Directiva establece un marco común para el fomento de la energía de fuentes renovables, fija objetivos nacionales obligatorios de cuota de renovables en el consumo de energía final y de la cuota de energía de fuentes renovables en el transporte. También establece normas relativas a proyectos conjuntos entre Estados Miembros y las garantías de origen y acceso para energía eléctrica procedente de fuentes renovables y define criterios de sostenibilidad para los biocarburantes, entre otros objetivos.

El objetivo general es evidente: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el territorio de la UE y disminuir su dependencia respecto a las importaciones energéticas, aumentando la eficiencia energética. El camino había sido trazado por el Programa Energía-Clima adoptado por el Consejo Europeo en marzo de 2007, que se tradujo en Tercer Paquete de medidas y en las Directivas del gas y de la electricidad.

Esta Directiva hace especial énfasis en la fijación de objetivos en el sector del transporte. Por ejemplo, llegar a un 10% de energía usada en ese sector procedente de fuentes renovables, para todos los Estados miembros.

La Comisión estaba trabajando a finales de 2009 en un Plan de fomento de las energías renovables, que se dotaría (incluyendo inversiones privadas en este ámbito) con 50.000 Millones de euros.

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Informe Anual 2.009: Sedigas - Asociación Española del Gas