El gas en Europa > 1. Introducción

1. Introducción


Sedigas

España continúa ocupando en Europa la primera posición como destino de GNL, descargando en sus terminales aproximadamente el 30% del GNL que llega a la región. Esto ocurre en una Europa donde en los últimos años está descendiendo más las importaciones de GNL que las que se canalizan por gasoducto, de tal forma que en el último año y a falta de datos definitivos, alrededor del 10-12% del gas importado (14,4% en 2012) lo hizo en forma líquida.

El gas natural sigue siendo, después del petróleo, la energía primaria más consumida en la Unión Europea.

El sector doméstico-comercial es el principal destino de la oferta de gas en la UE, con una cuota que se sitúa en una horquilla entre el 35 y el 38%, dependiendo de las temperaturas invernales. Le sigue la generación eléctrica con algo más del 30% (incluyendo cogeneración) y el mercado industrial, que absorbe el 20% de la oferta de gas.

Rusia continúa siendo el principal abastecedor externo a Europa con una cuota de mercado de alrededor del 30%. El principal destino del gas ruso es Alemania con algo más de 30 bcm en los últimos años, siguiendo a ese país Turquía e Italia. Pero son países que cuentan con una cartera de proveedores y de conexiones bastante diversificada. Estos países (los Países Bálticos, Polonia, algunos países de la antigua Yugoslavia…) mantienen ocasiones una dependencia 100% del gas ruso. Están haciendo esfuerzos para aumentar la seguridad de suministro, conectándose a países vecinos o buscando alternativas vía GNL.

La producción actual de gas en Europa se sitúa ligeramente por encima del 8% de la producción mundial, con suave tendencia descendente. El principal país productor es Noruega.

Pese a la presión del carbón y de las renovables sobre la matriz energética, las previsiones de demanda de gas a medio y largo plazo son optimistas. Nuevas oportunidades en transporte, previsión de desplazamiento parcial del carbón por aumento del precio del CO2 y ajustes en el precio a nivel mundial y una mayor penetración territorial en los países que tienen potencial y que no son todavía maduros en este campo, marcan en Europa una ruta ligeramente expansiva a medio plazo.