Gas, un combustible limpio cada vez más demandado

El gas será una pieza clave en el camino hacia un modelo energético sostenible económicamente que ayude a reducir el calentamiento global y que reduzca la contaminación del aire que respiramos en las ciudades, según vaticinan numerosos expertos y diversos estudios nacionales e internacionales. Al mismo tiempo, el gas constituye un actor principal en el campo energético, manteniendo la competitividad de nuestra sociedad, y por tanto, la sostenibilidad de los territorios.

El gas natural tiene por tanto un protagonismo esencial en la realidad energética actual, y a la vez, es un factor clave para abordar los retos medioambientales a los que se enfrenta el planeta. Las previsiones apuntan a que el gas natural alcanzará todavía un mayor protagonismo, impulsado por la mejora de las perspectivas económicas, por una favorable competitividad frente al carbón y por las nuevas políticas para el uso de energías respetuosas con el medio ambiente.

El gas ocupa un papel básico en el camino hacia una economía baja en carbono
GAS NATURAL FENOSA
La demanda nacional de gas natural en 2017 creció un 9,1% con respecto a 2016, hasta alcanzar al finalizar el año la cifra de 350.907GWh, continuando así en la senda de crecimiento en la que lleva instalada desde hace tres años. Se trata, en efecto, del tercer año consecutivo en que se produce un incremento de la demanda.

La utilización de gas natural como energía tanto para el sector doméstico – comercial; industrial; funcionamiento de ciclos combinados; y creación de nuevos puntos de suministro, consiguió evitar 25.261 kilotoneladas de CO2 a la atmósfera en 2017, entre un 7%-8% de las emisiones totales. Un dato que avala el decisivo papel que juega el gas ante los grandes retos medioambientales que se avecinan.

Hay que remarcar que el aumento registrado el pasado ejercicio está muy por encima de las previsiones realizadas a principios de año.

La falta de lluvias para la generación eléctrica ha sido una de las características del año 2017 y ha determinado el funcionamiento de los ciclos combinados, que aumentaron su demanda de gas un 26,8% respecto al año anterior. Este dato ha estado influido por la escasa generación hidráulica de este año, que ha descendido alrededor de un 48% con respecto al año 2016.

Una vez más los ciclos combinados demuestran su valor como garantes de la estabilidad del sistema eléctrico y como complemento de las renovables, en momentos de bajo funcionamiento de estas energías debido a factores climáticos.
Los ciclos tienen un rendimiento de hasta un 25% más que las térmicas alternativas por lo que suponen menor consumo de energía primaria; ahorran 550gr CO2 por cada kWh generado y su combustión está libre de SO2 y partículas. Así, en el año 2017, gracias a su funcionamiento, se evitaron casi 5.000 kilotoneladas de CO2 equivalentes.

Se trata en definitiva de poner en valor los ciclos combinados como garantes de la estabilidad del sistema eléctrico, ya que el binomio gas y renovables es una solución de futuro. Los ciclos combinados constituyen el mayor garante de estabilidad del sector de generación dado que aportan firmeza, flexibilidad y una potencia ya instalada. A su vez, estamos ante una tecnología limpia dado que aumentar la generación a gas disminuiría las emisiones hasta en un 66%.

Respecto a la demanda convencional (doméstico-comercial e industria, incluida la demanda para usos no energéticos) aumentó un 5,1 % con respecto al 2016. Destacar la punta de consumo en los meses de Agosto y Septiembre debido a las altas temperaturas y la utilización del gas para la refrigeración en el sector doméstico-comercial. La respuesta a la mayor demanda eléctrica registrada por el uso del aire acondicionado debido a las altas temperaturas registradas ha venido una vez más del gas, circunstancia no hace más que poner aún más de manifiesto la importancia del gas natural como back up en el mix de generación eléctrica.

Entre los factores que explican esta positiva evolución del mercado del gas en España durante el pasado ejercicio hay que mencionar también el comportamiento de la demanda industrial. Este segmento, que representa cerca del 62% del total de la demanda de gas, registró un incremento del 7%, un dato que sirve también para poner de manifiesto la positiva evolución de la economía. Entre los sectores industriales que más han aumentado su consumo de gas se encuentran la metalurgia y la construcción. En este mercado cabe además señalar la continuidad en el mayor uso de la cogeneración para la producción eléctrica.

Cabe reseñar asimismo que dentro del marco europeo, España ha sido uno los países que mayor crecimiento en la demanda ha experimentado. Italia, por ejemplo, creció un 3,1%, Francia un 0,3% mientras que en el Reino Unido el consumo descendió un 2,2%.

Por su parte, el consumo de gas natural en los hogares, comercios y pymes ha registrado un ligero descenso de un 1,3% debido a las altas temperaturas que, globalmente, se registraron el pasado ejercicio. Por regiones, el mayor incremento en este segmento se registró en Catalunya.

La demanda de gas natural total ha aumentado en casi todas las comunidades autónomas. Las regiones en las que más ha crecido son: La Rioja (+36%), la Región de Murcia (+32%), el Principado de Asturias (+23%), Aragón (+21%) y Galicia (+16%).

Por otra parte, el gas natural sigue expandiendo sus redes de distribución llegando al 80% de la población en España, con un 31% de penetración en viviendas. Durante el año 2017 se conectaron 172.487 nuevos puntos.

Todos estos datos muestras muestran la fortaleza del sector gasista español. El gas natural se posiciona, de esta manera, como la energía clave para la transición energética por la mejora que supone tanto en el clima y como en los niveles de contaminación del aire.

En este contexto, uno de los hechos destacados del pasado ejercicio fue la puesta en marcha por parte del Gobierno español de una comisión de expertos que siente las bases de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética en la que el Ejecutivo lleva trabajando desde hace meses.

En este entorno, el gas tendrá un rol protagonista en la economía baja en carbono y un papel clave en la transición energética global, en especial por la creciente inyección de gas de origen renovable en su infraestructura. El gas renovable ya es una realidad dado que es viable tecnológicamente y existe gran cantidad de materia prima. Su uso contribuye a mejorar la seguridad de suministro; la economía circular y a la independencia energética.

Hay que remarcar una vez más la relevancia el papel clave del gas como energía no contaminante para conseguir la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Así, España podría alcanzar los objetivos de descenso de CO2 poniendo en marcha varias acciones de implantación rápida y bajo coste donde el gas natural es protagonista. No hay que olvidar que en el caso español, el nuevo modelo energético tiene su mirada puesta en Europa, concretamente en 2030 y en los objetivos de lograr una baja en carbono. La Comisión Europea lo posiciona como el principal soporte de las renovables en su publicado Paquete de Medidas para la Energía Limpia de los Europeos-Winter Package, a sabiendas de que el gas natural es una garantía constante de suministro eléctrico cuando las condiciones climatológicas impiden el funcionamiento de las energías renovables.

El gas natural es intrínsecamente un combustible limpio. Además del cambio climático, la preocupación social se centra en la baja calidad del aire de las grandes ciudades y su consecuencia en la salud de sus habitantes. Junto con las bajas emisiones de efecto invernadero (GEI), el gas natural es el combustible más limpio ya que garantiza una combustión libre de partículas y con cero emisiones de NO2; este óxido de nitrógeno es precisamente junto con las partículas, lo que determina la mala calidad del aire en nuestras ciudades.

Precisamente, un estudio de KPMG y Sedigas presentado en junio de 2017 pone de manifiesto que la emisión de gases contaminantes en los entornos urbanos se debe en buena medida a la alta concentración de vehículos a motor y a la demanda de climatización de viviendas y centros de trabajo en épocas extremas de frío o calor. El estudio analiza cómo incidiría en la calidad del aire de las grandes ciudades una mayor penetración del gas en el transporte y la climatización.

Así, la sustitución de la gasolina y el diésel por el gas natural en solo un 5% del parque de vehículos de Madrid y Barcelona supondría una reducción de emisiones de gases contaminantes de entre un 1,5% un 5% (excepto monóxido de carbono).

En el caso de la calefacción, se ha tenido en cuenta un escenario en el que la introducción del gas fuera del 20%. En el caso de Madrid, la reducción de gases contaminantes alcanzaría el 76,1% de las partículas en suspensión, además de rebajas significativas en cuanto a monóxido de carbono, dióxido de azufre y compuestos orgánicos volátiles no metálicos. Barcelona lograría los mejores resultados en cuanto a reducción de dióxido de azufre (20%) y partículas en suspensión (10,8%).

Las conclusiones son claras: los vehículos de gas natural permitirían mejorar significativamente la calidad de aire de las ciudades. Lo mismo cabe decir en cuanto a la climatización de viviendas y centros de trabajo dado que la calefacción con gas natural se encuentra entre las más eficientes y menos contaminantes.

La introducción del gas en el transporte está experimentando importantes avances en los últimos meses. El gas natural como energía para la propulsión de vehículos ofrece ventajas medioambientales y económicas indiscutibles, y supone una clara alternativa a los combustibles tradicionales. Su uso permite reducir las emisiones a la atmósfera y mejorar así la calidad del aire de las ciudades. Esta energía, por tanto, contribuye a la lucha contra el cambio climático.

Un estudio dado a conocer por Sedigas y Gasnam en junio de 2017 y realizado por la Asociación NGVA Europe confirma el uso del gas natural como combustible es la solución más eficiente, disponible y económica contra el cambio climático, mejorando también la calidad del aire en las ciudades por sus emisiones casi cero de NO2 y partículas.

Gracias a sus dos variantes en GNC o GNL, el gas natural satisface la demanda de los diferentes tipos de transporte, desde turismos, servicios públicos urbanos, furgones y camiones ligeros de distribución hasta camiones pesados de larga distancia, sin olvidar el transporte marítimo y ferroviario, logrando una importante reducción en las emisiones de carácter tanto global como local.

En el caso de los turismos se da además la circunstancia de que la implantación del vehículo eléctrico todavía requiere plazos más largos. En este contexto, el gas es una energía limpia ya disponible para ser utilizada en vehículos que, por ejemplo, utilicen una tecnología híbrida que combinen gas natural y gasolina. Además, ofrece grandes ventajas frente a otras alternativas híbridas en el mercado. Los vehículos equipados con estos motores ecológicos reducen en un 85% de las emisiones de NOx, en comparación con los motores diésel. Asimismo disminuye las emisiones de CO2 en un 25% en comparación con los motores de gasolina y elimina todas las partículas en suspensión.

Más allá de sus ventajas medioambientales, desde el punto de vista económico, el gas natural es un combustible muy competitivo, ya que permite un ahorro por kilómetro de un 30% respecto al gasóleo y de un 50% respecto a un vehículo a gasolina.

El GNC tendrá un papel protagonista en la movilidad del futuro. En 2017 las matriculaciones de vehículos a gas crecieron en España un 38%.

Por otro lado, desde los poderes públicos se están creando las condiciones para fomentar la adquisición de vehículos propulsados por energías alternativas. En junio de 2017 el gobierno aprobó el Plan Movea para fomentar la adquisición de vehículos con energías alternativas, entre ellos los de GNC y GNL que fijan diferentes baremos de ayudas para dicha adquisición. Por otra parte, en noviembre el Ministerio de Energía aprobó el Plan Movalt también para incentivar la compra de vehículos de energías alternativas, entre ellos los de gas natural.

Como hechos notables en 2017 cabe destacar que SEAT lanzó el nuevo Seat Ibiza TGI con motor de tecnología híbrida impulsado por gasolina y gas natural comprimido (GNC). Por otra parte, Córdoba y Mallorca se han sumado a la cada vez más larga de ciudades españolas que apuestan por el gas natural como combustible en sus autobuses urbanos.

En el camino hacia un futuro descarbonizado, una de las opciones más claras en estos momentos es utilizar las fortalezas del gas en la transición hacia una economía baja en carbono en el sector del transporte, pero también en el residencial y el de generación, donde existe un importante potencial de crecimiento.

En este sentido, cambiar a sistemas modernos de calefacción a gas es una forma rápida y barata de reducir las emisiones del sector residencial hasta en un 55%. Las calderas de condensación presentan hasta un 65% más de eficiencia que sus tecnologías competidoras.

Por otra parte, y como ya se ha comentado, poner en valor los ciclos combinados como garantes de la estabilidad del sistema eléctrico, ya que el binomio gas y renovables es una solución de futuro. Los ciclos combinados constituyen el mayor garante de estabilidad del sector de generación dado que aportan firmeza, flexibilidad y una potencia ya instalada. A su vez, es una tecnología limpia dado que aumentar la generación a gas disminuiría las emisiones hasta en un 66%.

En este camino hacia la descarbonización, el concepto de la economía circular cobra cada más importancia y el gas tiene en el biometano su respuesta. El uso de este gas renovable procedente de fuentes renovables proporciona ventajas adicionales en la senda de la descarbonización de la movilidad ya que inyectando un 20% de biometano en el sistema de distribución, reduciría un 36% de emisiones globales de GEI en comparación con los combustibles derivados del petróleo.

La producción de biometano es un gran nexo de unión para la economía circular, ya que proporciona una nueva e inteligente vía de producir un combustible limpio y de gran calidad a partir de desechos orgánicos locales. El biometano es un combustible renovable, bajo en carbono y disponible para el sector del transporte. Tanto el GNC como el GNL se pueden producir a través de una gran variedad de fuentes renovables, como los desechos orgánicos de la biomasa o directamente convirtiendo CO2 e hidrógeno renovable en metano sintético. Con esta disponibilidad, los beneficios medidos del gas natural como combustible bajo en carbono se amplían de manera muy importante, obteniéndose una reducción sustancial de todas las emisiones de efecto invernadero (GEI).

Según Andrea Gerini, secretario general de NGVA Europe “Europa tiene el potencial de alimentar más de 2 millones de vehículos con biometano procedente de residuos sólidos urbanos, simplemente transformando nuestra basura doméstica en un combustible sostenible, producido localmente y además renovable”.

Un estudio publicado por la iniciativa Gas for Climate, la utilización de este gas renovable en las infraestructuras gasistas existentes para sistemas de calefacción de edificios, producción de electricidad gestionable como complemento a energía eólica y solar, y como combustible en el transporte pesado rodado, permitiría un ahorro de unos 140.000 millones de euros anuales a partir de 2050, comparado con un hipotético escenario energético futuro en el que no esté presente el gas.

En este nuevo modelo que se vislumbra cada vez con más claridad al gas se le reserva por lo tanto un papel fundamental. Pero para poder explotar todas sus potencialidades será necesario contar la experiencia y las infraestructuras necesarias. Y el sector gasista español dispone de ellas. España tiene una gran ventaja competitiva por su ubicación y sus infraestructuras ya que puede posicionarse como la gran puerta de entrada de gas natural en Europa y contribuir decididamente a sus seguridad de suministro. En este sentido, el esperado repunte de las exportaciones de buques de GNL estadounidense hacia las costas europeas constituye una excelente noticia para una región GNL como España. En la actualidad, España sigue siendo el estado europeo con mayor capacidad de regasificación: de las 22 plantas instaladas en el continente europeo siete se encuentran en territorio español. Además, España es un país muy diversificado en cuanto al suministro de gas. A lo largo de 2017, nuestro país recibió gas de hasta 12 orígenes distintos a través de una doble vía de entrada: gasoducto y por vía marítima. Su doble vía de entrada hace posible que el 52,8% del gas entre por gasoducto, mientras que el 47,2% en forma de gas natural licuado, a través de las 216 descargas de buques metaneros realizadas en las 6 regasificadoras activas del sistema gasista español.

Como hechos destacados del pasado ejercicio también hay que mencionar que Unión Fenosa inauguró en 2017 el proyecto de extracción y tratamiento de gas natural convencional Proyecto Viura, situado en el subsuelo de la Comunidad Autónoma de La Rioja, a unos 12 kilómetros de Logroño. El yacimiento aportará en los próximos años al sistema gasista español el equivalente al 10% del consumo anual del país. Se trata del primer yacimiento de gas en España en 20 años.

El 21 de abril se realizó en la Planta de Cartagena la primera operación de suministro de gas natural licuado (GNL) como combustible, directamente desde una planta de regasificación a un buque. Este tipo de suministro, pionero en Europa, es conocido como bunkering pipe-to-ship y se enmarca en el proyecto CORE LNGas hive, cofinanciado por la Comisión Europea para el impulso del GNL como combustible en el transporte, fundamentalmente marítimo.