El inicio de un nuevo año siempre viene cargado de buenos propósitos, muchos de ellos relacionados con el cuidado de la salud. Ir al gimnasio, o mejorar la alimentación son los más frecuentes y en los que se pone, no sin razón, buena parte de nuestros esfuerzos individuales y a veces también colectivos. El objetivo es estar y mantenerse sano el mayor tiempo posible, y para ello es fundamental que el aire que respiramos sea limpio.
En los últimos días son múltiples las noticias sobre medidas que regulan la circulación de vehículos debido a los niveles actuales o futuros de contaminación en ciudades. Barcelona y Madrid, son los ejemplos más conocidos, pero no los únicos y son un indicador de la urgencia en actuar ante un problema que va más allá de las emisiones de CO2. La mejora de la calidad del aire se consigue reduciendo también otros gases de efecto invernadero y eliminando las partículas nocivas para la salud.
Actuaciones decididas en la movilidad pública y privada y en la climatización de edificios pasan por la eficacia que proporciona la tecnología probada y accesible del gas. Soluciones de efecto inmediato, como la sustitución del carbón por gas natural que, según los datos provisonales de Enagás, ha permitido reducir en 2019 un 25% las emisiones de CO2 del mix eléctrico con respecto a 2018, evitando la emisión a la atmósfera de 14 millones de toneladas de CO2, equivalentes a las que producirían casi 6 millones de coches al año.
El gas por un aire más limpio.
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Marta Margarit Secretaria General de Sedigas
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