Una mirada amplia y realista para descarbonizar el sector residencial

Iniciamos un nuevo año en el sector gasista con la determinación de superar controversias previas y seguir trabajando para proponer soluciones reales y eficientes para descarbonizar nuestro sector residencial.

El debate reciente ha estado saturado de desinformación en torno a la supuesta prohibición de las calderas de gas estipulada por una directiva europea. Esta ‘confusión’ ha tratado de desviar la atención de un hecho irrefutable: disponemos de un abanico diverso de opciones energéticas que permiten dar una respuesta eficiente y sostenible a las necesidades de calefacción de los hogares.

En Sedigas,asumimos junto a otros actores la responsabilidad de clarificar este panorama en interés del conjunto de la ciudadanía. Nuestro objetivo no es otro que asegurar que se toman decisiones informadas, basadas en un conocimiento honesto y completo de todas las alternativas disponibles, entre ellas, por supuesto, las calderas de gas de condensación.

La directiva de Eficiencia Energética y la neutralidad tecnológica

Como hemos venido señalando desde el pasado mes de octubre, la directiva refundida de Eficiencia Energética (UE) 2023/1791 se centra en el tipo de combustible que utilizan los sistemas de calefacción más que en la tecnología específica utilizada.

La directiva (publicada el 20 de septiembre en el Diario Oficial de la Unión Europea y que establece un plazo de dos años para su transposición) solo indica que a partir del 1 de enero de 2026 no se permitirán nuevas medidas de eficiencia energética que contemplen el uso directo de combustibles fósiles, ni subsidios para su uso en edificios residenciales. Por tanto, no implica en ningún caso la prohibición de las calderas de gas y su sustitución por alternativas como las eléctricas, cuyo paradigma es el que representan las bombas de calor.

En el contexto actual, el mercado de la calefacción está inmerso en un proceso de transición energética y tecnológica, impulsado por marcos normativos que promueven reducir la dependencia de combustibles fósiles y alcanzar los compromisos medioambientales. El sector gasista apuesta por evaluar las necesidades de cada caso para que el ciudadano con toda la información pueda escoger siempre la mejor solución. Por esto, el concepto de neutralidad tecnológica es clave en un debate que debe dar respuesta a la diversidad de necesidades y realidades de los hogares españoles. Porque no existe una única solución tecnológica capaz de resolver el desafío de la descarbonización por sí sola. Muy al contrario, el verdadero reto radica en encontrar una solución óptima para cada caso particular y específico.

Descarbonizar no significa, exclusivamente, electrificar. En el contexto de la descarbonización, la caldera de condensación es una tecnología madura que puede reducir el consumo de energía hasta un 30% frente a otro tipo de caldera, lo que se traduce en un ahorro económico significativo y en una importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. En la actualidad, muchas calderas instaladas para uso residencial son todavía atmosféricas. Las de condensación ofrecen la posibilidad de mejorar el rendimiento y la reducción de emisiones. Incentivar ese reemplazo sería un paso acertado de las políticas favorecedoras de transición energética para el parque de edificios existente.

Por otro lado, el carácter renovable de los equipos está en el uso de gases renovables como el biometano o el hidrógeno, que se postulan como una solución óptima para suministros energéticos en hogares y edificios, donde la electrificación total para cubrir las demandas de calor, frío y agua caliente sanitaria no es técnicamente viable.

Comparación de Tecnologías y su adaptabilidad

Las calderas de condensación ofrecen así una capacidad notable para adaptarse a fuentes energéticas más limpias. A diferencia de las bombas de calor, cuyo rendimiento puede verse afectado en climas extremadamente fríos, las calderas mantienen su eficiencia y pueden integrarse eficazmente con las energías renovables. Esta flexibilidad es esencial para el desarrollo de sistemas híbridos, permitiendo a las viviendas combinar diferentes tecnologías sin sacrificar la eficiencia ni el confort en la calefacción.

Es importante considerar que la elección de la tecnología más idónea no debe basarse únicamente en su eficiencia energética, sino también en las condiciones arquitectónicas de la vivienda y atender a los aspectos económicos de los hogares españoles.

Además, en cuanto a la infraestructura necesaria, la transición postulada por algunos hacia la exclusividad de las bombas de calor ignora que requerirá de cambios significativos en la infraestructura eléctrica actual, a diferencia de las redes de gas existentes. España cuenta con una red gasista moderna, que cuenta con casi 100.000 kilómetros de longitud, y con capacidad, lista para vehicular energías como el biometano y el hidrógeno sin necesidad de inversiones adicionales. Esta ventaja no puede ser olvidada en la planificación de una transición energética sostenible y económicamente viable.

En conclusión, las calderas de condensación no son solo una opción viable para la calefacción residencial, sino que también juegan un papel crucial en una transición energética justa y asequible. En un panorama de cambios constantes, estas se destacan por su capacidad de adaptación y potencial para liderar un futuro más sostenible para nuestro sector doméstico.

En Sedigas, estamos comprometidos a seguir fomentando un diálogo abierto y riguroso, y apoyando las soluciones que respondan a las necesidades y posibilidades reales de los hogares españoles.

Naiara Ortiz de Mendíbil Romo
Secretaria General de Sedigas