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SEDIGAS Header center Octubre 2023
Gas al día
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Por un debate riguroso sobre la descarbonización de la calefacción de los hogares

La descarbonización de la calefacción lleva meses siendo objeto de escrutinio. Un debate que, lejos de apaciguarse, se ha visto avivado por la inminente llegada del invierno y la inexacta interpretación realizada de alguna Directiva europea de reciente aprobación y de otras propuestas regulatorias en discusión estos días en Bruselas.

La discusión es, en no pocas ocasiones, interesada y parcial, puesto que se da a entender que la transición pasa por escoger una tecnología de descarbonización en detrimento de las demás, cuando esto no puede estar más alejado de la realidad. Abordar con éxito este proceso requiere un debate riguroso y completo sobre las vías más eficientes para alcanzarla.

Disponemos afortunadamente de suficientes opciones para afrontar este proceso de la forma que mejor se adapte a las circunstancias de nuestros hogares (y nuestro bolsillo). Así lo hemos puesto de manifiesto recientemente durante un desayuno informativo con periodistas en el que abordamos la cuestión poniendo todas las cartas encima de la mesa, y hemos vuelto a incidir en ello estos días en alguna tribuna de opinión. Nuestro objetivo no era otro que arrojar luz sobre el horizonte de la descarbonización de la calefacción en los hogares en España y la contribución de los gases renovables para una transición energética eficiente, justa y equilibrada, y a tenor de la cobertura generada a raíz del encuentro, me atrevo a decir que cumplimos ese cometido con creces.

Es cierto que Europa apuesta estos días por la electrificación mediante bombas de calor como una de las soluciones “eficientes” para la descarbonización de los hogares. Pero la promoción de una solución no equivale a la prohibición de las demás, y conviene leer detenidamente la Directiva refundida de Eficiencia Energética (UE) 2023/1791 antes de caer en esa equivocación.

Por eso, aprovecho esta tribuna para reiterar que lo que realmente pretende esa directiva es desincentivar nuevas medidas de eficiencia energética que contemplen el uso directo de combustibles fósiles a partir del 1 de enero de 2026. Es decir, no se trata de una cuestión de tecnología, sino del combustible.

Y, ni la electricidad ni el gas son renovables per se. Por eso, desde una perspectiva de neutralidad tecnológica, la prohibición de la calefacción de gas -perfectamente compatible con combustibles renovables como el biometano- iría en contra de ese principio. Tampoco debemos pasar por alto que las bombas de calor pueden requerir de combustibles fósiles si se utilizan en momentos del día en que la generación eléctrica renovable no satisface la demanda.

Como decía, antes de demonizar una tecnología para ensalzar otra es necesario preguntarse desde la máxima objetividad posible qué función cumple cada una. Esto nos lleva a asumir que unas veces será mejor la bomba de calor y otras el empleo de equipos preparados para operar con gases renovables o, por qué no, la hibridación de tecnologías.

¿Qué factores objetivos son esos a considerar? Por ejemplo, las características de las viviendas, la climatología o la propia renta. Si hablamos de las características del residencial español, será pertinente tener en cuenta las condiciones climáticas de los países del sur de Europa, donde el 17% de la energía que se genera corresponde a los edificios, cuando la media del continente se acerca más al 40% -lo que conlleva que sus emisiones de gases de efecto invernadero sean igualmente mayores-.

Viviendas que pueden diferir sustancialmente entre países e, incluso, regiones. El hogar tipo español no tiene las mismas características que uno del norte de Europa, donde predominan las viviendas unifamiliares, por lo general de mayor tamaño y, por tanto, más adecuadas a los requisitos de espacio de un equipo de aerotermia.

Y, como decía, difiere también la renta. En comparación con otros países de su entorno, España se caracteriza por un nivel de renta y ahorro relativamente bajo, lo que puede representar un desafío para la inversión en sistemas basados en bombas de calor.

Por todos estos motivos, plantear la adopción masiva de una tecnología como la bomba de calor que, por sus características requiere gran cantidad de espacio para su instalación y una inversión elevada para cada hogar es, cuanto menos, poco realista, al menos en España.

Ni siquiera hace falta pensar en nuestro país. Basta darse cuenta de lo que está sucediendo en otros que, a priori, pudieran parecer más proclives al recambio masivo en favor de las bombas de calor. El ejemplo más claro es el alemán, donde la polémica Ley Energética de Edificios ha provocado una crisis de gobierno a costa de este punto dado el rechazo social que ha suscitado la medida.

Volviendo a nuestra realidad, contamos con una red de gas que, a diferencia de la eléctrica, no corre peligro de saturación. A esto se suma que apenas necesita inversiones para su transición renovable a biometano e hidrógeno y que se extiende por toda la península. Este puede ser un factor clave que decante la balanza a la hora de determinar la mejor vía para la descarbonización de la calefacción, especialmente a tenor de lo expuesto en el Plan REPowerEU, que establece un elevado potencial de producción de biometano tanto en el conjunto de Europa como en el caso de España, que podría generar el suficiente como para hacer frente holgadamente a toda nuestra demanda doméstica de gas.

Si REPowerEU presentaba un ambicioso plan para los gases renovables, el Paquete Hidrógeno y Gas asume el cometido de dar carácter legal a esas ambiciones. Precisamente, Sedigas es una de las más de 45 asociaciones promotoras de una misiva remitida a la Unión Europea que reivindica que el objetivo de producción de biometano de 35 bcm trazado en el plan sea incluido en dicho paquete, convirtiéndose en vinculante. Los firmantes consideramos que esta medida resulta de vital importancia puesto que la recientemente adoptada Directiva de Energías Renovables, aunque apoya el despliegue de gases renovables, incluido el hidrógeno, y proporciona el marco necesario para la certificación de sostenibilidad, no alcanza las ambiciones de REPowerEU en materia de gases renovables.

A fin de cuentas, nuestra meta no es otra que defender el principio de neutralidad tecnológica en aras de dar con soluciones eficientes para dar respuesta a las necesidades específicas de calefacción de cada hogar atendiendo a esos factores tales como zonas climáticas, características de edificación y, en base a todos ellos, hábitos de uso. Y si de algo ha servido todo el análisis realizado hasta el momento es para determinar que la apuesta por los gases renovables para alcanzar este fin no atiende a un capricho sino a una realidad, responde a una oportunidad que no podemos dejar escapar.

Naiara Ortiz de Mendíbil Romo

Naiara Ortiz de Mendíbil Romo
Secretaria General de Sedigas

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