El gas, garantía de sostenibilidad y seguridad

La industria mundial del gas está experimentando cambios fundamentales. La caída continua de los precios del petróleo y la transición necesaria hacia un modelo más sostenible, están configurando una nueva realidad en el sector energético en el que el gas tiene mucho que decir. En consonancia con la espectacular caída que el precio del crudo está registrando desde 2014, también el gas se está moviendo en un entorno histórico de precios bajos. En esta coyuntura, y teniendo en cuenta que el gas es el menos contaminante entre los combustibles fósiles, se abren importantes perspectivas para esta fuente de energía en un mundo que camina inexorablemente a la reducción de emisiones.

Los acuerdos alcanzados en la histórica Cumbre del Clima de París en diciembre de 2015 reafirman el papel fundamental que el gas puede desempeñar en el futuro mix energético que el mundo necesita para lograr un planeta más sostenible.

Es en este nuevo marco global donde el gas tiene mucho que aportar: implantación para el transporte terrestre y marítimo y en puertos, utilización en generación eléctrica, en lugar de combustibles más contaminantes, y una mayor presencia de equipos de climatización con gas en los edificios de servicios y viviendas, forman parte de la solución.

Y para hacer frente a la creciente demanda de gas, convirtiéndolo un producto verdaderamente global, la industria del gas natural licuado (GNL) dispone de la flexibilidad e infraestructuras necesarias.

El otro hecho significativo del panorama del gas a nivel internacional en 2015 han sido los avances para la consecución de la Unión Energética Europea y en concreto los esfuerzos realizados desde las instituciones europeas para fortalecer la industria gasista poniendo los pilares para garantizar la seguridad del suministro más allá de las oscilaciones geopolíticas.

No hay que olvidar que el gas es un sector especialmente sensible a cuestiones que trascienden lo económico y el pasado año se ha caracterizado por importantes acontecimientos en este sentido. La continuación de las tensiones entre Rusia y Ucrania; el nivel persistentemente bajo de los precios del petróleo, y su impacto en los mercados de la energía de todo el mundo; el anuncio de nuevas iniciativas comerciales para la creación de infraestructuras suplementarias de suministro de gas natural de Rusia o las nuevas perspectivas abiertas por el acuerdo nuclear con Irán son algunos ejemplos.

El gas cada vez será más importante en el mix energético mundial.
GAS NATURAL FENOSA

Paralelamente, y por lo que se refiere a la demanda de gas, Europa ha registrado un significativo repunte tras unos años marcados por la atonía. Según Eurogas, durante 2015 el consumo ha aumentado un 4%. Se trata del primer incremento de los últimos cuatro años y se ha debido, en gran parte, a que el pasado año las temperaturas se mantuvieron más cerca de la media que en 2014. Así, se ha observado un crecimiento de la demanda de gas para calefacción en los meses de invierno. Y por otro lado, en los meses de más calor, la mayor demanda de refrigeración ha comportado un aumento del consumo de gas para generación eléctrica. Esta doble faceta refleja una vez más la flexibilidad que tiene el gas para proporcionar respuesta a la demanda de energía en momentos puntuales.

Además de la meteorología, hay que remarcar que la situación económica también ha favorecido un mayor consumo de gas, lo que se ha traducido en una mayor demanda de este combustible para uso industrial en algunos países.

Pero quizá uno de los aspectos más llamativos del cambio de tendencia registrado en 2015 es que se ha producido como consecuencia del aumento de las importaciones de gas natural licuado (GNL) hacia la Unión Europea producto de una mayor diversificación de la oferta.

Según el último informe realizado por el Grupo Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado (GIIGNL), el tráfico de GNL en el mundo alcanzó en 2015 su máximo histórico, con un total de casi 245 millones de toneladas transportadas. Una cifra que supone un incremento del 2,5% respecto al año anterior.

A pesar de que la cuenca del Pacífico sigue siendo la mayor fuente de demanda, el crecimiento ha sido impulsado principalmente por Europa y Oriente Medio. Los nuevos mercados de regasificación formados en Egipto, Jordania, Pakistán y Polonia han comenzado a operar justo a tiempo para beneficiarse de un entorno de precios excepcionalmente bajos. La caída de los precios del petróleo y la creciente debilidad de la demanda del Pacífico han comportado una disminución de los precios mundiales de GNL en 2015.

En 2015 se añadieron 14,4 millones de toneladas anuales de capacidad de producción en el mercado y se espera que entren en funcionamiento 42 millones de toneladas anuales más durante 2016. En cuanto a la demanda, los mercados maduros, como es el caso de Asia, registraron descensos, principalmente en Corea del Sur y Japón. No obstante, la disminución del volumen importado en estos dos mercados se vio compensado por el dinamismo experimentado por otras regiones emergentes. Por otro lado, en China, tradicionalmente considerada como región clave para el crecimiento del GNL, las importaciones continuaron creciendo.

Dos factores están contribuyendo al despegue del GNL a nivel mundial: el mayor uso de gas como combustible para la generación de energía eléctrica y el descenso de los precios a nivel mundial y su creciente tendencia a la convergencia entre las diferentes regiones. En Asia el gas está reemplazando tanto al petróleo como al carbón en la generación de electricidad, así como el fuel en la propulsión de buques de carga. Es un combustible más barato y más limpio que el petróleo. En 2030, según las proyecciones realizadas por la consultora IHS, el gas sustituirá el consumo de 1,5 millones de barriles de crudo diario en el sector del transporte.

Todo ello hace más atractivo el suministro de GNL, que además se conforma como una alternativa de suministro energético diversificada y flexible.

Así, la mayoría de expertos y organismos coinciden en que el GNL será la fuente de suministro de gas que más crecerá las próximas décadas. Según el estudio de McKinsey Global Gas Outlook 2030, se espera que la demanda de GNL crezca a un ritmo del 5% anual.

En la actualidad, se estima que existen cerca de 200 buques metaneros en el mundo pero se espera que antes de 2030 la cifra se haya multiplicado exponencialmente y puedan alcanzarse casi los 600 barcos de estas características. De hecho, se calcula que sólo Estados Unidos necesitará del orden de un centenar de buques metaneros para atender a las cinco plantas de licuefacción que se están construyendo en el país.

Europa, y en particular España, puede desempeñar un papel muy importante en la expansión del GNL. En el contexto europeo existen múltiples infraestructuras bien dimensionadas y disponibles para la importación, tanto por lo que respecta a plantas regasificadoras, como a gasoductos, aunque existen algunas limitaciones internas de interconexión. Aun así, la capacidad de utilización de las instalaciones (en especial de las plantas de regasificación) es considerablemente reducida tanto en España como en Europa (15 y 21% respectivamente).

España, en concreto, puede jugar un papel decisivo al ser uno de los países de Europa que cuenta con infraestructuras más avanzadas en la industria del GNL, además de un importante know-how en cuanto a su logística y una posición geoestratégica envidiable.

Precisamente, el año pasado se realizaron avances sustanciales en torno a la estrategia europea de GNL. Hay que tener en cuenta que la Unión Europea tiene encima de la mesa dos importantes retos en los que el gas es el gran protagonista. Por un lado, esta fuente de energía se perfila como clave en el camino hacia una economía baja en carbón, y la flexibilidad del suministro del GNL puede contribuir a lograr este objetivo. Y por otro, es básico para garantizar la seguridad en el abastecimiento, reducir así la dependencia de Rusia en el suministro de gas y hacer frente a posibles interrupciones. El GNL es la gran alternativa para diversificar el suministro energético europeo y que éste no dependa tanto de los episodios geopolíticos.

El 8 de julio la Comisión Europea lanzó una consulta pública para el desarrollo de una estrategia sobre el GNL y el almacenamiento de gas. Una de las condiciones para la expansión del GNL es la creación de un mercado europeo atractivo. Esto implica eliminar las barreras tanto técnicas como legales y regulatorias al comercio global y asegurarse que una vez el GNL llega a la Unión Europea, puede circular libremente a través de todo el territorio europeo. Asimismo, con el fin de aprovechar al máximo las infraestructuras existentes, la regulación debería ser suficientemente flexible para que las terminales de GNL puedan ofrecer más servicios y productos innovadores, al tiempo que satisfagan las necesidades del mercado.

El paquete de medidas aprobadas por la Comisión Europea en febrero de 2016, conocido como Winter Package, refuerza el papel básico que desempeñará el GNL. Aunque Europa es el mayor importador de gas natural del mundo, siguen existiendo según la CE grandes disparidades a nivel regional en cuanto al acceso al GNL. En este sentido, la CE marca una estrategia que permitirá mejorar el acceso a este combustible como fuente alternativa de energía a todos los estados miembros. Esto implica potenciar el uso de las capacidades que existen en los almacenamientos subterráneos y las plantas regasificadoras. Las infraestructuras de conexión entre los diferentes hubs gasistas permitirán también la convergencia de los precios de los diferentes mercados.

Otro de los aspectos básicos del Winter Package es la Estrategia de calefacción y refrigeración (Heating and cooling). La calefacción y la refrigeración de los edificios y la industria consumen la mitad de la energía de la UE. Además, funcionan con combustibles fósiles en el 75 % de los casos. La estrategia propuesta se centra en la eliminación de los obstáculos a la descarbonización en los edificios y la industria. Asimismo, hace hincapié en que el aumento de la eficiencia energética y el uso de fuentes de energía renovables repercutirán sobre la seguridad energética.

Para aprovechar todas estas potencialidades es necesario, por lo tanto, avanzar en la consecución de un auténtico mercado único de la energía, un objetivo que ha centrado buena parte de los esfuerzos políticos y legislativos de la Unión Europea en 2015 en materia energética. Además de poner el foco en un mundo más sostenible, este nuevo escenario abre el camino hacia un suministro energético basado en la seguridad y en la competitividad.

El 25 de febrero de 2015, la Comisión Europea publicó la Comunicación sobre el Marco Estratégico de la Unión Energética Europea, dentro del programa de medidas iniciado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

El objetivo es establecer una estrategia común que permita garantizar una energía fiable, accesible y amigable con el clima, basada en cinco áreas:

-Seguridad de suministro. Diversificar las fuentes de energía en Europa, haciendo mejor y más eficiente el uso de la energía producida dentro de la UE.
-Completar un mercado interior de la energía competitivo. Utilizar las interconexiones que permitan que la energía se mueva libremente por la UE sin ningún tipo de barrera técnica o regulatoria. Sólo así se podrán ofrecer los mejores precios de la energía para el consumidor final.
-Eficiencia energética. Consumir menos energía para poder reducir las emisiones y preservar las fuentes de energía autóctonas de la UE. Con ello se reducirá la necesidad de importación de energía en la UE.
-Reducción de emisiones. Renovar el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE, presionando por un acuerdo global para el cambio climático y el fomento de la inversión privada en nuevas infraestructuras y tecnología.
-Promoción de la investigación y la innovación. Apoyar los avances en tecnología de baja emisión de carbono mediante la investigación y ayuda a la financiación de proyectos en asociación con el sector privado.

El 18 de noviembre la Comisión Europea publicó el primer informe sobre el estado de la Energy Union donde se pone de manifiesto lo mucho que se ha avanzado desde la adopción de la Estrategia Marco. Queda todavía mucho por hacer, pero 2016 será un año de realizaciones importantes.

En 2015 también se han producido numerosos avances para la implantación de los diversos códigos de red. Hay que recordar que el desarrollo de estos códigos es totalmente necesario para conseguir una armonización de las reglas del mercado de gas en Europa, con el objetivo de lograr un mercado único de gas sin barreras, más competitivo y eficiente.

A nivel político, se han producido diversos movimientos de cara a lograr un mercado cada vez más integrado que favorezca a los consumidores y a los distintos operadores del sector. En este sentido, el pasado mes de mayo el comisario europeo de Energía y Acción por el Clima, Miguel Arias Cañete, hacía público el lanzamiento de una Plataforma de Integración Energética entre la UE y el sur del Mediterráneo, centrada en tres ejes: el desarrollo del gas, el fomento de las energías renovables y el impulso de las interconexiones. La plataforma contribuirá a los esfuerzos actuales destinados a elevar la seguridad energética de Europa y a cumplir los objetivos específicos de interconexión de 2030.

La futura Plataforma Euromediterránea de Energía que unirá los países de la Unión Europea, África del Norte y el Mediterráneo Oriental, lanzada oficialmente el 11 de junio en Bruselas, tendrá como objetivo “garantizar una mayor convergencia entre las políticas de varios países, cooperar en el área de seguridad y trabajar juntos en la promoción de la seguridad energética regional”.

Todos los países integrantes de la plataforma consideran una prioridad que la energía sea segura, sostenible y asequible, siendo un factor clave para la estabilidad y prosperidad en la región. Están de acuerdo con que la cooperación regional no sólo sirva para fortalecer la seguridad de suministro, sino también para favorecer el comercio regional, que interesa tanto a productores como a consumidores de gas. De ahí que se pongan en marcha plataformas regionales como ésta cuyo objetivo sea profundizar en la cooperación energética entre los países del Sur de Europa y los países del Mediterráneo oriental.

En un momento crítico debido a los diferentes conflictos geopolíticos que podrían afectar a la seguridad energética, la Unión Europea pone así especial empeño en sus objetivos de diversificación en el suministro.

Las tensiones políticas que siguen presidiendo las relaciones entre Rusia y Ucrania, y que tienen en el suministro de gas uno de sus epicentros, continuaron en 2015 y presidieron los diferentes movimientos sobre los proyectos de infraestructuras gasistas durante el pasado ejercicio. Por otro lado, continuó el pulso entre la Unión Europea y Rusia en el ámbito del gas, que se tradujo en diferentes acciones que tienen un objetivo común por parte de las instituciones europeas: reducir la dependencia del gas ruso.

Así, en septiembre grandes empresas gasistas europeas como Gazprom, BASF, E.ON , Engie, OMV y Shell acordaron ampliar el gasoducto Nord Stream para garantizar el suministro a la Unión Europea. Nord Stream II prevé la construcción de dos gasoductos submarinos desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico, con una capacidad agregada anual de 55.000 millones de metros cúbicos de gas. La ampliación busca así evitar el paso por Ucrania. Un proyecto al que se oponen diversos países de Europa central y del Este porque consideran que va en contra del interés de la UE y amenaza con desestabilizar aún más la situación en Ucrania.

De hecho, la ampliación del Nord Stream divide incluso a la propia Unión Europea por cuanto se considera desde algunos sectores que no contribuye a la diversificación energética ni a reducir la dependencia europea del gas ruso.

En el marco de este pulso cabe interpretar también el acuerdo firmado el 15 de octubre por la Unión Europea para la construcción de la primera conexión gasística entre Polonia y Lituania dirigida a acabar con el aislamiento energético de los países del Báltico y reducir la dependencia de las importaciones de Rusia.

Mientras tanto, la UE sigue con su política de apoyo a otras interconexiones gasísticas que garanticen la seguridad y la diversificación de abastecimiento. En este sentido cabe interpretar el inicio de la construcción de gasoducto conocido como TANAP (Trans Anatolian Pipeline) que llevará gas desde Azerbayán hasta la frontera greco-turca. Esta infraestructura es una expansión del ya existente South Caucasus Pipeline, y forma parte del Southern Gas Corridor, que complementará al citado TANAP con el TAP (Trans Adriatic Pipeline) que tiene proyectado enlazar Grecia con Italia a través de Albania y el mar Adriático.

El proyecto forma parte del Southern Gas Corridor, una iniciativa de la Comisión Europea diseñada para suministrar gas natural procedente del Mar Caspio a Europa y convertirse en una alternativa al gas ruso. Esta interconexión fue incluida en su día como Project of Common Interest (PCI) de la Unión Europea y es clave para la integración del mercado de gas europeo. El gasoducto será una vía de aprovisionamiento complementaría a la de la interconexión con Francia a través del Pirineo (MidCat), que también está considerado como PCI.

Otros proyectos de suministro alternativo de gas se han visto afectados por los conflictos políticos. Es el caso del proyecto Turkish Stream, que debía abastecer de gas ruso al sur de Europa a través del mar Negro y territorio turco, evitando así el tránsito a través de Ucrania. El proyecto, que sustituía al abortado gasoducto South Stream, quedó congelado a raíz del derribo por parte del ejército ruso de un avión turco en la frontera de Siria y Turquía.

Más allá de los vaivenes geopolíticos, todo estos movimientos ponen de manifiesto la creciente importancia del gas en la transición que se está produciendo en el modelo energético mundial, que camina claramente a hacia una economía baja en carbón.

El informe que la Agencia Mundial de la Energía –World Economic Outlook (WEO) 2015– presentó el pasado mes de noviembre coincide totalmente con este diagnóstico. Por un lado, constata las crecientes necesidades globales de energía sobre todo por parte de la India, China, África, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Pero, por otro, constata que el mundo camina inexorablemente hacia un sistema energético más eficiente y de menos emisiones de CO2. El escenario central previsto proporciona un impulso a los combustibles y tecnologías de bajas emisiones en muchos países, elevando la proporción de fuentes no fósiles en el mix mundial del 19% actual hasta un 25% en 2040. Entre los combustibles fósiles, el gas natural –el de más bajas emisiones de CO2– es el único cuya proporción aumenta.

Allí donde reemplaza combustibles más contaminantes o respalda la integración de las renovables, el gas natural constituye una buena opción, según la AIE, para reducir gradualmente las emisiones nocivas del sistema energético. China y Oriente Medio son los principales centros de crecimiento de la demanda de gas. A la vista de los precios bajos del gas ya existentes en Norteamérica y del descenso en otras partes debido a la amplia demanda y a la indexación con los precios del petróleo, hay mucho gas a precios competitivos esperando compradores.

La AIE realizó su informe a las puertas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21) que se celebró en diciembre en París. Las positivas perspectivas que aguardan al sector del gas fueron recogidas por la Unión Internacional del Gas (IGU). En el escenario de Nuevas Políticas de la AIE (que tiene en cuenta los efectos de todas las políticas climáticas actuales y las anunciadas para el futuro, incluyendo los compromisos climáticos adoptados por los países antes de la COP 21), el consumo de gas natural mantiene la tendencia al alza, y crece anualmente un 1,4% hasta 2040. El gas es el combustible fósil con un crecimiento más rápido; la demanda de 5.200 bcm prevista para el 2040 colocará al gas en situación de paridad con el carbón y el petróleo en el mix energético global, según la IGU.

La IGU entiende que la mejor forma de reducir las emisiones es pasarse al gas natural en la generación de electricidad y utilizar más este combustible en el sector del transporte tanto terrestre como marítimo. Durante la cumbre de París, la IGU puso el foco en la calidad del aire en las zonas urbanas y presentó un informe donde recoge ejemplos de cuatro ciudades en el mundo –Toronto, Estambul, Nueva York y Beijing– en las que el incremento en el uso del gas resultó determinante para la mejora sustancial de la contaminación atmosférica.

En su informe, el WEO 2015 destaca “la dimensión y la amplia distribución de los recursos de gas no convencional fuera de América del Norte “. El gas no convencional aportará el 60% del crecimiento de la producción de gas en las próximas décadas. Sin embargo, para que el mundo pueda acceder a estos recursos es necesario superar algún obstáculo como la falta de aceptación social de esta técnica de extracción”.

Por su parte, el BP Energy Outlook dibuja en su informe de 2015 proyecciones positivas para el sector del gas y vaticina que será el combustible tradicional con mayor y más rápido crecimiento en los próximos 20 años. Este incremento se sustentará en el suministro asegurado del shale gas en Estados Unidos, las favorables expectativas para el comercio del GNL y las políticas ambientales para reducir las emisiones de CO2 que favorecerán el empleo de gas. El informe destaca que en 2035 el GNL será la forma más importante para comercializar gas. Para esa fecha, se espera que la cuota de combustibles tradicionales –petróleo, carbón y gas natural– converja en un 26-28 % del mix energético, disminuyendo el porcentaje de los dos primeros y aumentando el del segundo.

Así pues, el sector del gas ha vivido a nivel internacional un periodo decisivo en 2015 que puede marcar de forma decisiva su evolución en las próximas décadas.