Un entorno de progreso para el gas

Durante el ejercicio de 2015 se han puesto de manifiesto las perspectivas de crecimiento que le aguardan al sector del gas. Estamos ante una de las fuentes de energía que mejor permite equilibrar objetivos medioambientales, competitividad económica y seguridad de suministro.

El World Energy Outlook 2015, uno de los estudios energéticos de referencia a nivel mundial, que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) presentó en Madrid el 26 de noviembre, pone de manifiesto cómo el gas podría ser el combustible tradicional de más rápido crecimiento en el horizonte de 2040, con aumentos previstos del consumo de hasta el 50%. Dichos incrementos, sin embargo, vendrán condicionados por el compromiso de los gobiernos locales de utilizar combustibles más limpios.

La AIE también realizó el pasado mes de julio un informe específico sobre España, donde destaca el alto nivel de seguridad de suministro de gas debido a la elevada diversificación de las importaciones y a su gran capacidad de almacenamiento. El organismo internacional subraya la necesidad de aumentar las interconexiones con el resto de Europa no sólo para que nuestro país deje de estar aislado energéticamente, sino para convertirse en uno de los estados clave en el suministro de gas hacia la Unión Europea. Un planteamiento que coincide totalmente con los objetivos de la Comisión Europea y que se ha materializado ya con la inclusión del gasoducto de interconexión entre Francia y España, Midcat, en la lista de proyectos con acceso a fondos comunitarios.

2015 fue también un año muy importante desde el punto de vista medioambiental y energético y que tuvo su culminación en la cumbre de la ONU sobre el cambio climático –COP 21– celebrada el pasado mes de diciembre en París. Cada vez existe mayor conciencia mundial para tomar decisiones definitivas que reduzcan las emisiones contaminantes y todos los expertos sitúan al gas como una energía clave en el futuro por sus beneficios medioambientales respecto a otras fuentes de energía tradicionales. El gas puede ayudar a disminuir les emisiones de CO2, pero su verdadero potencial es su contribución a la mejora de la calidad del aire de las ciudades.

A la cita crucial celebrada en París hay que sumar el firme compromiso de la Unión Europea con la reducción de emisiones: un 40% menos de gases de efecto invernadero en 2030 respecto a 1990.

Pero todas estas perspectivas positivas para el gas no solo se desarrollan en estos grandes escenarios. También desde el punto de vista nacional, y centrándonos en el mercado español, tras unos años de atonía, en 2015 se experimentó un claro cambio de tendencia. En sintonía con un contexto económico más favorable, el sector del gas mostró el año pasado signos evidentes de crecimiento y dinamismo.

Red de distribución de gas natural
REDEXIS GAS
La demanda de gas natural en España creció un 4,4% al finalizar el año 2015. Este incremento, el mayor registrado en los últimos siete años, se manifestó en los diferentes sectores de actividad: doméstico-comercial, industria y generación eléctrica en centrales de ciclo combinado.

Además de un crecimiento del consumo en el sector doméstico del 5,8%, debido a unas temperaturas más bajas durante los primeros meses del año pasado, el aumento de la demanda a nivel nacional vino motivado por un mayor funcionamiento de los ciclos combinados, en este caso como consecuencia de la ola de calor que se registró durante el verano de 2015.

El principal aumento de la demanda (18,2%) se ha producido en el mercado de la generación eléctrica a través de los ciclos. El importante incremento registrado este año se debe a una combinación de factores climatológicos y económicos, así como a un menor funcionamiento de la generación hidráulica y de la energía eólica.

Así, durante los meses de julio y agosto la demanda nacional de gas natural experimentó un crecimiento del 9%, respecto al mismo periodo del año anterior, debido principalmente al gran incremento de consumo de gas para el sector eléctrico derivado de las elevadas temperaturas. Se trata del cuarto año más caluroso en la historia de España desde que existen registros. En el mes de julio la demanda de gas para el sector eléctrico registró el valor más alto de los últimos cuatro años.

En este contexto destaca el papel de los ciclos combinados (CCTC). La ola de calor del pasado verano y un menor funcionamiento de las energías renovables —básicamente hidráulica y eólica, afectadas por unas condiciones meteorológicas adversas— han puesto de manifiesto, una vez más, la importancia de los ciclos como garantes de la estabilidad energética del sistema y como perfecto complemento en momentos de bajo funcionamiento de estas energías. Debido a sus características técnicas, los ciclos combinados pueden entrar en funcionamiento de forma casi inmediata ante cualquier interrupción de las energías renovables. Además, sus características tanto ambientales como económicas, la convierten en la tecnología tradicional más eficiente.

Así pues, durante 2015 se ha confirmado que el gas natural es la mejor opción para garantizar el suministro eléctrico, de convertirse en alternativa a las energías renovables cuando la meteorología falla. De esta forma, pueden relevar a la capacidad de parques eólicos y solares si en cuestión de horas cambian las condiciones meteorológicas.

Además de los factores meteorológicos, el mayor consumo de gas a través de los ciclos combinados se debe a un aumento de la demanda eléctrica fruto de la mejora de los indicadores económicos. Así, según Red Eléctrica Española (REE), durante 2015 se produjo un incremento de la demanda del 1,9%.
En este contexto, la industria continúa siendo el primer consumidor de gas en nuestro país, con un 62,4% del total, seguido de las centrales eléctricas de ciclo combinado (19,4%) y del sector doméstico-comercial (16,5%).

El nivel de demanda en el sector industrial se mantuvo estable el pasado año, situándose casi un punto por encima respecto al año anterior. Los mayores incrementos se han producido en el sector metalúrgico y el papel, y en el sector servicios. Por el contrario, la reforma regulatoria ha provocado un descenso en la cogeneración, más acusado al principio del ejercicio y en menor medida en los meses posteriores.

El crecimiento de la demanda de gas en España está en sintonía con el comportamiento del sector en Europa con subidas generalizadas en todos los países. Según las primeras estimaciones realizadas por Eurogas, la demanda de gas en 2015 creció un 7% respecto al año anterior. Destacan los incrementos registrados en países como Francia (8%) o Italia (6%). Al igual que en el caso de España, estos incrementos se han producido en el sector eléctrico y se han debido al mayor consumo de gas en los CTCC debido a una menor generación hidráulica.

Otro de los indicadores que pone de manifiesto la recuperación de la demanda del sector gasista en España es el mercado de cisternas. El sistema gasista español posee una consolidada red de distribución de Gas Natural Licuado (GNL) por carretera, a través de unas 250 cisternas que transportan este combustible por toda la península. España es el país europeo con mayor experiencia en el transporte y logística de GNL. Esta infraestructura, permite poner el GNL a disposición del usuario en cualquier punto y en cualquier momento para el suministro directo a cualquier instalación.

En 2015, este mercado mostró signos importantes de actividad. Así, hubo un aumento de 81 destinos satélite en 2015 respecto a 2014 mientras que el incremento de destinos al extranjero pasó de 35 en 2014, a 59 en 2015.

En el apartado de la salidas de gas, además del aumento de la demanda respecto a 2014, destaca el aumento de las exportaciones por conexiones internacionales, es decir por gasoducto, que crecieron un 28%. Este aumento se ha producido tanto mediante las conexiones con Portugal como por las existentes en los Pirineos, proporcionando gas a Francia.

Los diferentes indicadores contribuyen a dibujar para el sector del gas un escenario de expansión en los próximos años tanto en España como para Europa. En el mercado doméstico, el ratio de penetración del gas en viviendas en la Unión Europea alcanza una media del 50%, mientras que en nuestro país se sitúa en el 30%. Dicho de otra manera, mientras que el 79% de la población vive en municipios que cuentan con suministro de gas natural, tan solo el 30% de las viviendas utiliza en la actualidad esta fuente de energía.

El proceso de expansión en el mercado doméstico español se materializó en 2015 con la incorporación de 50 nuevos municipios a la red gasista –que suma ya un total de 1.688 poblaciones–, lo que incrementó en más 290.000 personas la población con acceso a gas.

Además de los nuevos municipios, el sector también ha continuado expandiéndose en otros donde ya estaba presente: en 2015 se integraron a la red 62.000 nuevos puntos de suministro, con lo que el sistema gasista español suma ya más de 7,6 millones de clientes.

Para poder hacer frente a este crecimiento, la red de transporte y distribución se amplió hasta alcanzar en 2015 los 83.830 kilómetros, una cifra que se ha duplicado desde el año 2.000.

El sector gasista continúa de esta forma comprometido con la inversión y la creación de empleo. En la última década, se han invertido más de 10.000 millones de euros, lo que se traduce en una media anual de mil millones de euros.

La industria del gas proporciona beneficios significativos a la economía española. A pesar de ser un sector relativamente joven, representa el 0,5% del PIB español y es responsable de 150.000 puestos de trabajo, tanto de forma directa como indirecta.

A pesar de todas las ventajas medioambientales que comporta, el sector del gas ve limitada su función en el sector eléctrico básicamente a sustituir a la producción eólica o solar en determinados momentos. Pero esta situación está cambiando.

Hasta el momento, el bajo precio del carbón todavía sitúa a esta fuente energética por delante del gas en generación eléctrica. Aun así, y pese a que tanto energías renovables y el carbón siguen teniendo un peso importante en este ámbito, a largo plazo las perspectivas también son positivas para la expansión del gas.

Por un lado, la mayor utilización del carbón para la generación eléctrica durante 2015 –debido a los bajos precios– ha provocado un repunte de las emisiones de C02. Un escenario muy alejado de los objetivos de reducción de emisiones a los que se han comprometido la mayoría de los gobiernos.
Por otra parte, aunque el precio del carbón sigue siendo significativamente más barato que el del gas, esta última fuente de energía registró desde enero de 2015 una disminución de su precio del 40% frente al 20% registrado por el precio del carbón. De hecho, los costes de generación de gas y carbón, aunque siguen estando alejados, se están acercando cada vez más. Y en el futuro se podría llegar a una situación de equilibrio de costes que beneficiaría al gas.

A todo ello hay que añadir que la Comisión Europea está promoviendo una serie de medidas para que los precios del carbono sean adecuados. No hay que olvidar que como consecuencia de la crisis económica de los últimos años, con la reducción de la demanda eléctrica y la caída de la producción industrial, se ha producido una reducción significativa del precio de la tonelada de CO2.

La combinación de todos estos factores puede beneficiar al sector gasista y hacer que este combustible ocupe un mayor espacio en el hueco térmico en el futuro. Según la AIE, en 2040 el carbón supondrá el 31% del mix energético para producir electricidad frente al 40% actual, mientras que las renovables y el gas aumentarán su participación.

Los efectos de sustituir el carbón por el gas natural se pueden ver ya en Estados Unidos, donde se han reducido las emisiones de CO2 al nivel más bajo desde hace 20 años gracias a la producción de shale gas y la utilización de gas natural en lugar del carbón.

La mayoría de las ciudades españolas supera los límites legales de contaminación del aire. El transporte terrestre, la industria y los edificios son los causantes la emisión de partículas sólidas, mientras que el tráfico rodado es la principal fuente de emisión de dióxido de nitrógeno.

Existe preocupación por la contaminación y la calidad del aire en las ciudades. El origen de la contaminación atmosférica que existe en los entornos urbanos procede mayoritariamente del transporte. Por ello, cada vez son más las poblaciones españolas que están incorporando en sus programas de gobierno planes para mejorar la calidad del aire.

En este contexto, el gas se configura como una alternativa real para los vehículos. Su uso reduce en un 80% las emisiones de óxidos de nitrógeno y en casi el 100% las partículas en suspensión y el azufre, principales contaminantes que afectan a la salud humana, y a nivel global, hasta en un 20% las emisiones de CO2 (en comparación con los vehículos de gasolina), principal gas de efecto invernadero. Además, los motores de gas natural producen hasta un 50% menos de emisión sonora que los motores diésel.

En el caso español, un incremento en la penetración del gas natural en tres puntos porcentuales en el sector transporte para 2030, supondría la reducción de las emisiones de efecto invernadero en un 1% y las emisiones de óxidos de nitrógeno en un 2%, sin ningún coste adicional para los consumidores. A nivel económico, el gas natural vehicular (GNV) también es una tecnología competitiva. Si se toma como referencia los vehículos ligeros, el gas natural permite ahorros por kilómetro que pueden llegar al 36% en comparación con el gasóleo y alrededor del 50% si se compara con la gasolina, según datos referenciados a principios de diciembre de 2015.

El parque automovilístico con gas natural en España alcanza los 4.600 vehículos, de los cuales la mayor parte (40%) son autobuses urbanos, seguidos de los camiones de recogida de residuos (29%) y furgonetas (14%), principalmente. El grupo conformado por los vehículos ligeros y taxis todavía es reducido (8%); sin embargo, desde el sector gasista español se considera que el potencial de crecimiento en este segmento y también en el resto es muy importante. Con el fin de dar servicio a esta flota, un total de 22 provincias disponen ya de suministro de estaciones públicas.

Existe en el mercado ya una amplia gama de vehículos que pueden funcionar con gas natural. Pero esta presencia se va a incrementar aún más en los próximos años. De momento, durante el año 2015 distintas marcas de automóviles han anunciado el desarrollo de nuevos modelos que utilizan gas.
Para el año 2045 se prevé que el número de vehículos alimentados por este combustible en España podría superar los 660.000, de los que casi 140.000 serían autobuses.

Por otro lado, a lo largo del año se han impulsado diversos acuerdos para impulsar el gas natural vehicular. En mayo, EDP, Seat y Volkswagen-Audi firmaron un acuerdo para promover el desarrollo de gas natural vehicular y las infraestructuras necesarias para potenciar la utilización de este combustible alternativo. Y en junio, Gas Natural Fenosa y la Generalitat de Catalunya firmaron un acuerdo para estimular el uso del GNV en el transporte de Catalunya con el objetivo de fomentar la movilidad sostenible. Se trata de promover la implantación del GNV en vehículos privados y públicos, incrementar el número de estaciones de carga y fomentar la adquisición de vehículos que utilicen este combustible.

También desde el Gobierno se está apostando firmemente por este cambio de modelo y en este sentido ha apoyado con diversos planes de estímulo la adquisición de vehículos con gas. Así, en los planes PIVE 7 y plan PIVE 8, aprobados respectivamente en los meses de febrero y mayo de 2015, se incluyen como vehículos susceptibles de acogerse al programa todos aquellos propulsados por motores de combustión interna que puedan utilizar combustibles fósiles alternativos (autogas –GLP y gas natural).

Además, el pasado 26 de junio el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia de Impulso del Vehículo con Energías Alternativas (VEA) en España 2014-2020, lo que se conoce como “vehículos verdes”. La Estrategia, que prevé incentivar las flotas de vehículos con energías alternativas y dar estímulos fiscales, cuenta con 30 actuaciones para situar a España como país de referencia en el sector de las energías alternativas aplicadas al transporte (eléctricos, GLP, GNC, GNL, biocombustibles e hidrógeno).

La incorporación del gas natural en los puertos —para evitar la contaminación producida por los motores auxiliares— y en la movilidad marítima —buques— es otra gran oportunidad para la expansión del gas y para mejorar también la calidad del aire en las ciudades.

En este sentido, la rebaja fiscal introducida en la Ley de Puertos del Estado y Marina Mercante en el ámbito del uso del gas natural para embarcaciones y puertos contempla una reducción del 50% de las tasas portuarias para los buques que utilicen como combustible gas natural para su propulsión en alta mar, así como a los buques que durante su estancia en puerto empleen gas natural o electricidad suministrada desde muelle para la alimentación de sus motores auxiliares.

En relación con la calidad del aire, la utilización de gas natural en el transporte marítimo elimina prácticamente la emisión de partículas sólidas, reduce las emisiones de óxidos de nitrógeno en torno al 90% y elimina prácticamente las emisiones de óxidos de Azufre.

A nivel global y en relación con los gases de efecto invernadero, reduce las emisiones de dióxido de carbono, entre un 15 y un 20%, principal responsable del efecto invernadero y en un 80% el óxido nitroso, con un potencial de calentamiento global 290 veces superior al del dióxido de carbono.
La sustitución de los combustibles líquidos por gas natural también elimina los vertidos de combustibles, durante la fase de bunkering, así como los vertidos en las sentinas al tiempo que reduce los cambios de aceite, contribuyendo todo ello a reducir la contaminación del mar.

El compromiso medioambiental del sector no es mera teoría y durante el año 2015 se han anunciado iniciativas concretas. En septiembre la naviera Balearia anunció la construcción de dos nuevos ferrys propulsados por gas natural. Serán las primeras embarcaciones de pasaje propulsadas por GNL en España. Estos ferrys contarán con motores duales, que podrán ser utilizados con gas natural o diésel, y permitirán reducir en más de un 30% las emisiones de CO2. El primer barco se prevé que esté operativo durante el primer trimestre de 2018.

La necesidad de reducir las emisiones contaminantes del tráfico marítimo es, pues, una obligación y lo será aún más en el futuro. Para la expansión del gas en los puertos y en el transporte marítimo, España además cuenta con la ventaja adicional de ser un referente de la industria del GNL a nivel mundial, gracias al alto nivel de las infraestructuras existentes, y, por otro lado, debido a la elevada actividad de los puertos españoles.

El avance del gas se está produciendo también a buen ritmo en el sector doméstico-comercial. Una mayor penetración del gas natural en la climatización de los ámbitos residencial y terciario —en lugar de gasóleo, carbón y biomasa— reduciría considerablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno, azufre y partículas sólidas, así como los gases de efecto invernadero en los dos primeros casos.

En la actualidad, existen en España cerca de 16.000 calderas de gas natural que proporcionan calefacción y agua caliente a edificios y comunidades de vecinos. Un número similar de calderas centralizadas funcionan con gasóleo u otro tipo de combustible y están instaladas principalmente en edificios de más de 20 años. Estas calderas resultan mucho menos eficientes (sobre todo con el paso de los años) y además son más contaminantes que las de gas natural.

El número de calderas comunitarias a gas natural en España podría duplicarse en los próximos años, llegando a superar las 30.000 unidades, si se sustituyen las calderas que funcionan con combustibles más contaminantes por gas. Esto supondría una notable mejora de la calidad del aire de las ciudades y, a la vez, repercutiría en una reducción de las emisiones de CO2.

Pero existen otras vías por las que el gas puede materializar aún más su expansión. Una de ellas es la renovación de instalaciones térmicas en edificios públicos o de servicios (hospitales, centros comerciales, hoteles, etc) mediante la implantación de calderas más eficientes a gas o el uso de cogeneraciones y microcogeneraciones. También lo tiene en el sector industrial, donde puede propiciar importantes ahorros en la factura energética en aquellas empresas que lo utilicen tanto en sus procesos productivos como para generar electricidad a través de la cogeneración.

En definitiva, la expansión del gas viene impulsada por su mayor competitividad, tanto en términos económicos como medioambientales frente a otros tipos de energía.

Si en el año 2015 ha destacado la actividad en el ámbito medioambiental, otro tanto puede decirse desde el punto de vista de la política energética de la Unión Europea. Aunque las tensiones entre Rusia y Ucrania que presidieron el ejercicio anterior disminuyeron en 2015, las autoridades europeas han intensificado sus acciones en pro de la consecución de un Mercado Único de la Energía que debe garantizar la seguridad y la competitividad, y disminuir la alta dependencia energética europea.

En este sentido, la Comisión Europea hizo público el pasado mes de noviembre el primer informe sobre el estado de la Energy Union que muestra el avance global conseguido en esta materia, así como el caso de los estados en concreto que deben hacer más para llegar a los objetivos comunitarios (entre los que se encuentra España). Esta primera evaluación, condicionada por la transición energética hacia un entorno descarbonizado, la competitividad y la seguridad de suministro, muestra sin embargo los avances logrados desde la adopción de la Estrategia Marco para una Unión de la Energía y destaca que 2016 puede ser un año decisivo para la consecución de estos objetivos.

Los avances en esta dirección han sido importantes. El pasado 16 de febrero, la Comisión Europea presentó un paquete de medidas que incluye una serie de propuestas relativas al gas. En este sentido, destaca la propuesta de revisión del Reglamento de Seguridad de Suministro; la estrategia sobre calor y frío; la estrategia sobre almacenamiento de gas y GNL, así como la propuesta de revisión de la Decisión sobre los acuerdos intergubernamentales en materia de energía.

En este marco, España puede desempeñar un papel decisivo para lograr la integración energética europea gracias a su privilegiada posición geoestratégica y al hecho de disponer de infraestructuras gasistas de primer orden, además de una larga experiencia en lo que respecta la operación y logística de GNL. Actualmente, España es el país europeo con mayor capacidad de regasificación. De las 22 plantas instaladas en el continente europeo siete se encuentran en territorio español.

A ello hay que unir que España es uno de los países europeos con una seguridad y diversificación de suministro de gas más alta. Así, nuestro país recibió durante 2015 gas de ocho orígenes distintos a través de una doble vía de entrada: gasoducto y por vía marítima, es decir, en forma de GNL. En la actualidad, el 58% del gas entra mediante conexión por tubo mientras que el 42% restante lo hace en forma de GNL, mediante las 203 descargas de buques metaneros que se realizaron en las seis regasificadoras activas con las que cuenta el sistema gasista español.

Pero a pesar de las virtudes del sistema gasista español, todavía quedan importantes pasos que dar sobre todo por lo que respecta a las interconexiones. Y en este ámbito se produjeron importantes progresos durante 2015.

En marzo se celebró la Cumbre de Madrid entre España, Francia, Portugal y la Comisión Europea de la que surgió la Declaración de Madrid con el fin de impulsar las interconexiones energéticas en la Región Sur.

Las Partes de la Declaración de Madrid reconocieron que un mercado de gas pleno e integrado, que elimine los cuellos de botella, conecte los mercados regionales y maximice la diversificación de la cartera de gas mediante nuevas fuentes y rutas, reforzará la capacidad negociadora e incrementará la seguridad y el suministro energético de Europa.

Los objetivos marcados en esta cumbre se confirmaron meses después, el 18 de noviembre, con la publicación por parte de la Comisión Europea de la segunda Lista de Proyectos Prioritarios de Interés Común (PCI). Se trata de un total de 195 infraestructuras energéticas —de las cuales 77 son gasistas— que contribuirán a la consecución de los objetivos climáticos de la Unión y a la consolidación de un Mercado Único de la Energía.

Ya a principios de 2016, la CE hizo pública una lista de proyectos con acceso a fondos comunitarios donde se encuentra la interconexión Midcat. En este sentido, la Comisión destina 1,47 millones de euros a la realización de estudios técnicos para su construcción, que serán gestionados a través de Enagás Transporte SAU. Se trata del gasoducto que uniría España con Francia a través de Cataluña, y la tercera interconexión entre ambos países.

En la actualidad, con la entrada en funcionamiento de la nueva central de compresión de Euskadour a finales de 2015, la capacidad de interconexión entre Francia y España, alcanza los 7,1 bcm. Con la construcción del Midcat, la capacidad de conexión con Francia podría superar los 14 bcm. De este modo, España podría aportar a Europa hasta el 10% del gas que actualmente procede de Rusia.
Entre la Lista de Proyectos Prioritarios de Interés Común (PCI) conviene destacar también el Trans Adriatic Pipeline (TAP), en el que participa Enagás con un 16% del accionariado, y que fue presentado en Madrid en marzo de 2015. Se trata de un gasoducto de 871 kilómetros que unirá Turquía con Italia y que permitirá suministrar gas natural procedente del Mar Caspio a Europa a partir de 2020.

En el ámbito de las infraestructuras, conviene mencionar también este año la entrada en funcionamiento del Proyecto Viura, que se produjo el 28 de enero de 2015. Se trata de una infraestructura de producción de gas en España, operada por Unión Fenosa Gas E&P. Situada a unos 12 kilómetros de distancia de Logroño, en La Rioja, tiene un volumen probado de 1 bcm (1.000 millones de metros cúbicos) de gas natural. Es el gas equivalente a 4 años de consumo actual de La Rioja. El yacimiento cuenta a día de hoy con una autorización para introducir hasta 500.000 m3 diarios de gas a la red nacional. La producción total de este yacimiento en 2015 alcanzó los 590 GWh, equivalentes al 84% de la producción total autóctona de nuestro país.

Hay que tener en cuenta que desde el punto de vista energético España depende prácticamente en su totalidad del exterior, ya que, a día de hoy, importa prácticamente el 100% de su demanda de petróleo y gas, de ahí la importancia de explorar nuevos recursos que ayuden a limitar esta dependencia energética.

El sector del gas también se ha visto favorecido por un entorno regulatorio mucho más favorable. Con la finalización de la reforma del sector gasista, ahora se dispone de un nuevo marco predecible, que permite abordar las inversiones necesarias para la expansión.

Una de las grandes novedades del año ha sido la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, que modificó la ley vigente hasta ahora de 1998. El nuevo texto regula determinadas medidas tributarias y no tributarias en relación con la exploración, investigación y explotación de hidrocarburos. Sus dos principales pilares son la constitución de un mercado mayorista organizado y la adopción de algunas medidas en relación a las existencias mínimas de seguridad. En este sentido, se habilita a CORES a constituir, mantener, y gestionar existencias de carácter estratégico de gas natural y de GNL.

La entrada oficial en operación el pasado 16 de diciembre del Mercado Ibérico del Gas en España, gestionado por la empresa Mibgas, ha sido otra de las grandes novedades del año gasista. Su objetivo es establecer una plataforma de compra-venta de gas entre los agentes, mejorando la competitividad y la transparencia en el mercado.

De esta manera, los agentes podrán contratar productos estandarizados de gas natural en una plataforma electrónica, gestionada por el operador del mercado. La contratación será libre y voluntaria y llevará asociada la entrega física del gas, donde todas las transacciones casadas en el mercado serán consideradas como firmes.

Se trata de lograr un verdadero mercado mayorista de gas natural, eficaz en su funcionamiento y transparente, que permita a los clientes finales acceder a las redes de transporte y distribución con precios más ajustados a la media europea. Un mercado líquido que en definitiva permite disponer de una señal de precios fiable y estable para los clientes finales.

Entre las novedades legislativas del año figura también la aprobación de la Ley de Autoconsumo del sector eléctrico que introduce un nuevo marco legal para la autogeneración. La nueva normativa regula actividad de particulares o empresas que disponen de medios de generación para cubrir en todo o en parte su nivel de consumo eléctrico o que incluso son capaces de generar más energía de la que requieren y están en disposición de vender sus excedentes. La ley establece que quienes producen y consumen su propia energía tendrán que contribuir a los costes generales del sistema, excepto los que se encuentren en las islas y tengan una potencia contratada no superior a los 10kw. También quedan excluidas (hasta el 31 de diciembre de 2019) las instalaciones de cogeneración con régimen retributivo específico reconocido a la entrada en vigor de la ley 24/2013. El Real Decreto estipula que las instalaciones de cogeneración y su consumidor asociado seguirán pudiendo elegir entre la venta de toda la energía neta generada o el acogimiento a la modalidad de autoconsumo que les corresponda.

El pasado fue también el primer año de aplicación completa del Fondo de Eficiencia Energética, que establece una dotación de 350 millones anuales destinados a cofinanciar inversiones en eficiencia energética en edificación, transporte, industria, servicios y en el sector agrícola.

Por último cabe destacar la actualización del Sistema Logístico de Acceso a Terceros (SL-ATR 1.0), en funcionamiento desde 2001, y que presentaba problemas de obsolescencia tecnológica ante un entorno regulatorio en continuo desarrollo. El nuevo sistema SL-ATR 2.0 incorpora un sistema flexible, robusto y lo más estandarizado posible para poder afrontar con garantías cambios normativos nacionales y/o europeos, por un lado, y contribuir al mismo tiempo al incremento de la transparencia y agilidad del sistema.